Debo decir que no esperaba mucho, por que si digo que no esperaba nada, puede sonar un tanto brusco y mentiría, cuando escuché el argumento de la historia pensé que se trataría de la típica película que se busca hacer para robarle lágrimas al público y que resulta ser todo un culebrón conmovedor.
Cosas insignificantes conmueve, pero lo hace pausadamente, te mete a la historia pero lo hace sin que te des cuenta, te roba la atención, pero lo haces sin que te des cuenta, tres historias contadas al hilo con pequeños encuentros que suceden en la vida sin que se pueda sospechar que el sufrimiento propio también es el sufrimiento ajeno.
Es algo lenta, pero a mi gusto la lentitud le ayuda en algunas partes, se repiten escenas que son tomadas de distintos ángulos lo que nos permite ver las reacciones de los actores en distintas formas y detalles que de cierta manera pudimos haber pasado por alto la primera vez.
Paulina Gaitán es la verdadera estrella de la película y la encargada de unir los personajes en ciertos momentos, a pesar que el resto de los actores de la película principal comparten escenas, es la niña de 13 años quien resulta ser el eslabón entre ellos, pero supongo que por cuestiones de marketing decidieron presentar a Bárbara como la protagonista.
Bárbara Mori medida en escena, ni más, ni menos, simplemente lo necesario, Fernando Luján una vez más regala una cátedra de actuación como en todos sus trabajos y finalmente el español Carmelo Gómez igual de bueno, que el resto del elenco.
En lo personal grata sorpresa encontrarme con Dolores Heredia, aunque su participación es muy corta, la considero una de las mejores actrices de México y que la industria no le ha dado el valor que se merece.
Cosas Insignificantes es una película buena, tal vez no la mejor, pero definitivamente tampoco la peor, la línea narrativa es buena, las historias lo son y el elenco de actores que fueron elegidos resulta entretenido y hasta cierto punto conmovedor.
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