sábado, 16 de julio de 2011

A veces uno deja tanto, por perseguir tan poquito, pero en el camino se aprende bastante

La mayor parte de mi vida me han convencido que un viaje sin destino, no tiene sentido, que una travesía sin mapa es caso prohibido, que las cosas se ponen en la balanza, y las decisiones se toman con la cabeza fría, es más, desde pequeño recuerdo que cuando me servían el café solían decirme, tranquilo que te puedes quemar.

Quizá de ahí surja el miedo, de andar por el camino, con un paso ligero, con una paso sereno, tal vez esa es la razón por la cual buscamos desesperadamente una justificación, una razón, una explicación, cuando sería tan sencillo simplemente decir “porque quiero”.

Yo solía tener un mapa muy bonito, lleno de colores, lugares que visitar, y rutas trazadas, ¡oh si!, le dedique días y noches para hacerlo un poquito más legible, me llevo un tiempo realizarlo, le puse sueños, caminos, objetivos, ilusiones, creo que llegué a ponerle hasta esperanzas, todo tan perfecto como cuando en la primara nos enseñaban que uno no puede salirse de la raya al escribir, el caso es que después de tanto tiempo, por fin lo había logrado, ¡tenía el mapa de mi vida!

Entonces, ahí iba yo, tan lleno de energías, con mi sonrisa idiota, y la mirada estúpida, pero me sentía mejor que Cristóbal Colón, no quise ser tan duro conmigo mismo, así que deje pequeños espacios en blanco para que el destino hiciera su trabajo, a pesar de ser tan reacio, y tan perfecto, uno debe estar abierto a las sorpresas, pero guardo la costumbre de pequeño de que quien me va a sorprender, debe saber muy bien con qué tipo de sorpresa, a veces uno se va con la finta, y es ahí donde empieza el problema.

Entonces, si, entonces otra vez, no se me ocurre otra forma de describir ese pasaje, pero ahí iba yo saltando charcos en el agua con mis tenis, creyendo que tu caminabas a mi lado, que me tomabas de la mano, que esas noches frías me abrazabas para darme cobijo, íbamos y veníamos por las rutas del destino, pero un día te tropezaste, o ¿me tropecé yo?, ya no lo recuerdo, intentamos seguir andando, pero llegamos a esa encrucijada, la que no estaba incluida en mi mapa, quise seguir tus pasos, pero me decían que yo tenía que serle fiel al mapa, me hice el fuerte, me hice el grande, y te solté la mano, de cualquier manera ¡yo tenía mi mapa!

Después de unas tormentas increíbles provocadas desde el interior de mi cuerpo, y un temblor de manos peor que el mal del Parkinson, me di cuenta que mi mapa se había borrado, después de tanto intentarlo, y tanto tiempo dedicado ¡mi mapa era inservible!, mis lágrimas lo habían borrado, mis manos lo habían roto, mis corazonadas lo habían arrugado, y ahora me sentía como un completo imbécil, ni para tras, ni para delante, ni siquiera hacia un lado, no tenía ruta, solo tenía una gran obscuridad que apretujaba mi corazón.

Hoy no tengo un mapa, y mucho menos un destino, hoy no tengo prisa por llegar, y mucho menos pienso que existe alguien que me puede esperar, lo maravilloso de romperte, es que tienes una oportunidad enorme entre tus manos para reconstruirte a tu manera, dejar afuera prejuicios, escribir afuera de las rayas, pintarte de colores, voy con un paso pausado, y cuando tengo ganas me siento debajo de la lluvia, ya no me pregunto ¿a dónde vamos a llegar?, ¿qué somos? O ¿si te vas a quedar conmigo?, hoy tomo tu mano de manera casual, y hoy te acaricio, sin ejercer presión, hoy estoy aprendiendo a ser leve como el viento, y ligero como una hoja.

Hoy aprendo de mis pasos, y cada día es un destino distinto, no necesito un mapa, mientras pueda seguir andando, estoy seguro que seguiré encontrando una señal, una indicación, y si tengo mucha suerte compañía para el resto del camino.

miércoles, 13 de julio de 2011

Es inevitable

Es inevitable no sentir como el alma se va quebrando,

para hacerse añicos, y las sonrisas

se vuelven falsas, y las miradas tristes


Es inevitable no sentir el miedo

De volver a encontrarte, tocarte, y amarte

Pero sobre todo olvidarte

Y no poder reconocerte a la mitad de mi trayecto


Duele tanto ese recuerdo, que sigue siendo tan presente

Ese miedo convertido en rabia

Y la tristeza en una alegría falsa

Es inevitable no decirte… que no puedo, no estoy hecho para quedarme


Es inevitable no pedirle al tiempo

Que se lleve todas estas heridas de la vida

Para no tener que cobrarte a ti

Una factura indebida


Es inevitable no decirte, que no me quedo

Por temor a lastimarte, a darme cuenta que todo aquello

Que tanto he negado, es lo que me he convertido