domingo, 4 de abril de 2010

Una carta

El otro día llegué al punto de una lectura donde mencionaba 78 cartas… la pregunta que me surgió fue ¿78 cartas de amor, desamor, traición, dolor, ausencia, felicidad, extrañamiento?, 78 cartas cargadas de sentimientos, de sueños, de añoranzas, de esperanzas y a veces hasta desilusiones… que permanece en el tiempo, que le dan vida a una hoja en blanco.

Y quizás yo también he sido una hoja en blanco en muchos momentos, quizá he sido el texto de una mano extraña, la voluntad de un beso y el miedo de un abrazo de despedida, he sido esa hoja blanca que toma vida depende quien le escriba, que a veces le han quedado espacios blancos, que la obligan a buscar nuevas ideas, otras inspiraciones, otras tantas se ha arrugado y ha tenido que aprender a reciclarse.

Hoy pensaba en cómo cambia una hoja, su textura dócil, se convierte en algo que no puedes cambiar, puedes borrar las huellas, quizás dejan de ser visibles, pero algo en ellas te dicen que han sido usadas, pero la hoja cambia, la observé, me perdí en su blancura, en su textura, puse la primer letra y comenzó a cobrar vida, dejo de ser una hoja y se fue convirtiendo en una carta.

Esa hoja cobraba vida y exigía su tiempo, se iba llenando y el fondo blanco se llenaba de una tinta negra con una ligera inclinación hacia la derecha, la hoja dejaba de ser hoja y no oponía resistencia, era como si supiera que había llegado su destino, se lograba escuchar el punto fijo de la pluma sobre la carta, dejaba su marca, dejaba su huella, una marca imborrable, como cuando te cruzas con una sonrisa que te roba el aliento y un beso que nunca olvidas, el abrazo nocturno y la complicidad de la mirada… me gustan esas miradas que dicen mucho sin tener que hablar, me gusta cuando se cruzan dos miradas que pueden resistir la tentación de evadirse, que fijan un punto y el punto es la otra persona, como me gustan eras miradas… sin tener que decir nada.

Y esa hoja dejo de ser blanca, no sólo se había convertido en una carta, había cambiado su esencia completamente, ahora llevaba un mensaje, un mensaje de alegría, una confesión que palpitaba al corazón, una esperanza, una simple petición, la hoja había salido de su mundo para convertirse en otra cosa y ahora esperaba con emoción llegar a su destino y cumplir su cometido… creo que he dejado de ser una hoja blanca… me he convertido en una carta esperando llegar a su destino y cumplir con su cometido.

2 comentarios:

  1. Me gusta, expresivo, en su punto e identificable, en algún momento creo que me he sentido igual, me encanto la mención de las miradas.

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  2. Muy expresivo, sin rebuscarle tanto, me gustó

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