domingo, 27 de junio de 2010

Esta vida no será (adiós)

Los años han pasado y sin embargo una parte de mí te sigue amando, hoy tengo que aceptar que la intensidad del primer amor siempre será el primer amor, el beso y el suspiro, el dolor y la lágrima, la noche y el día, ese pequeño encuentro y ese terrible momento, las pláticas interminables y los pleitos inevitables, tú, yo, él, abarrotados en un cuarto, sin saber ¿qué hacer?, ¿qué decir?, ¿cómo terminarlo.


Puse toda la distancia del mundo para no reconocer que me perdía en tus caderas, aún del otro lado de la tierra sentía el calorcito de tu voz por el teléfono que me daba vida, que llenaba de ilusión, que me regalaba un sueño y que me decía “si, se puede ser feliz porque te tengo junto a mí”, te quise desde ese momento inevitable en que vi una lágrima en tu rostro, en que supe que junto a ti quería estar, desafié mi propia historia y me entregué con tanta pasión a la tuya, sin importarme que sólo podría quedar.


Te he amado hasta con los dientes, nunca tuviste que pedirlo y no recuerdo ¿Cómo sucedió?, me impregné de ti, sin darme cuenta que eras ese veneno que acabaría con mi vida, que se llevaría el sueño y que me condenaría a la soledad de esta noche, en los pasillos enormes de una casa donde resuena la misma canción que se confunde con el silencio de tu voz.


Siempre creí que cuando escribiera esta carta, cuando por fin tuviera el valor, estaría llena de odio, de dolor, que habrían lágrimas y reproches, pero te he llorado tanto que ya no tiene sentido y hoy he descubierto que me has amado de la misma forma y que posiblemente te he dolido de la misma manera que tu a mí, que conseguí mi objetivo de marcarte, de hacer pagar tu traición, tu osadía de proponerme compartir con la cama contigo y alguien más, pero fue peor aún que me pidieras compartir tu vida y yo me quedé ahí tragando orgullo sin pasar saliva, sin saber ¿Qué hacía?


Y aún así tuvimos grandes momentos, grandes recuerdos que con el paso de los años se hicieron más fuertes, llenaron tu ausencia y cuando no sabía de ti, te recordaba y era como volver a tener, como ese primer beso en medio de esos gritos y como esa cara de decepción con la que me veías cuando yo te provocaba con alguien más.


Ahora entiendo que la vida se apiadó de nosotros, que algo sabía, algo sospechaba y por eso puso tierra de por medio, por eso te llevo lejos y por eso me hizo de hielo, para terminar con algo que nunca acabaría y que de cierta forma nos mataría. Hoy entiendo muchas cosas como que ese beso te daba vida y sentirte junto me daba paz.


No tienes que pedir perdón, te escribo esta carta y espero que no respondas, te escribo esta carta porque es mi despedida, esa que ya no lleva número, que ya no lleva más que decirte esta vida no será para amarnos con locura, que tal vez si la suerte quiere y si tu y yo volvemos a coincidir sabremos amar de otra manera en otro mundo, en otra dimensión, en un universo donde valoremos la mano tibia y la risa tonta, lo necesario para ser feliz, pero hoy sé que esta vida no será donde te colmé de alegrías y tú seas mis alas para volar, esta vida no será, porque ya fuimos todo lo que teníamos que haber sido en esta vida tan efímera, que espero sepas que este revolver que llevo hacia mi boca no lleva tu nombre y no tiene nada que ver con el dolor que nos causo, sólo que no aguanto el momento de encontrarte en otro mundo, en otra dimensión, en otro universo, te quiero.

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