sábado, 22 de agosto de 2009

Ni una más

Hoy desperté de un largo sueño, hice una pequeña pausa, tome un sorbo del vaso de agua que vigila mi sueño y no reconocí a la que vi en el espejo.

Me sorprendió el primer golpe en mi mejilla, muy distinto a las caricias que solías regalarme cuando no me sabías tuya… me tacharon de estúpida por no actuar, pero con el golpe algo dentro de mí se hizo mil pedazos, trataste de pegarlos con un poco de cariño, prometiendo que no habría una segunda vez, pero faltaron piezas que finalmente resultaron indispensables para que yo pudiera volver a sonreír, se te hizo costumbre, casi con la misma frecuencia que todas tus ausencias en mi vida, nunca me faltaron flores y tarjetas, pero no resultaban suficientes para borrar los morados que dejabas en mi cuerpo. Confundiste el juego y violaste todas las reglas que me protegían, ni que decir que olvidaste tus palabras y faltaste a tus juramentos y por mucho que corría, que juraba que no se repetiría me atrapaste entre tu telaraña… tus miedos, todos tus errores, tus ganas de sentirte grande, de sentirte poderoso, dueño de mi vida… te regalé todo lo que tenía y con ello me perdí a mi misma… ayer volviste a casa… un tanto solitaria… soy un fantasma, algo sin importancia, un objeto que te sirve, que usas y que tiras y que desearías que te cambiarán, gritaste algo, pero tus palabras ya no las escucho y tu fuerza más daño no podría provocarme… ni una más.

Hoy la vi cruzando la calle, me pregunté ¿Qué habrías visto en ella?

La seguí pausada, creo que se sintió un tanto perseguida, quiso hacerse esquiva y pasar desapercibida, me mantuve en la distancia, aunque tenía muchas ganas de encararla y preguntarle ¿Si a mí me conocía?... quería decirle que yo la conozco de sobra… que conozco sus aromas, el labial con el que se pinta, la forma con la que te engatusa y casi me la imagino diciendo que no importa que tu tengas una casa, una familia que te espera y que ella se conforma con los momentos, siento que la conozco también que comparto su sufrimiento de no saber si finalmente podrás escaparte de la casa para con ella encontrarte y que yo también he pasado noches en vela esperando a que tú vuelvas a casa… quise pedirle que se fuera, aunque a estas alturas desearía pedirle que mejor te lleve junto a ella y a mí me dejen descansar… estoy harta de tus mentiras, de tus caricias a medias y de ese miedo incesante que no vuelvas a la casa… ni una más.

Hoy salí casi en la madrugada para encontrarme con mi destino

Todos hablan y todos levantan el dedo para defendernos, pero las cosas aquí no cambian, hace semanas que no la veo, hemos pegado anuncios con la foto de su rostro, ya hay otra en su lugar, una más joven, más inocente, que sufre por su ausencia, a pesar de no haberla conocido, anduve por ese camino de piedras, rodeado de las casas de cartón, en medio de la nada, acompañada por el desierto, mis pasos se perdían con el sonido del tren, sentí su presencia, me sentí observada, lo he temido desde hace tiempo que un día a mí también me pasaría, convertirme en una estadística, en la causa indefendible de muchas otras que se asustan al conocer la realidad y en la justificación de tantas otras que prefieren pensar que en la vida fácil me perdía, vire hacia atrás y supe que mi vida cambiaría, que me la arrebatarían, que con mi cuerpo harían lo que quisieran, me lastimarían, me humillarían y finalmente me matarían para aventarme al primer terreno, hoy supe que me convertiría en una más conocida como las muertas de Juárez… ni una más.

Hoy me levanté sin ganas para toparme con ese profesor de arte

Me parecía divertido y bastante amigable, sentía que por mí se preocupaba y que en él encontraría un mentor, que me daría muchos consejos y le bastaría con mi sonrisa, hace días que me presiona, me observa con esa mirada lasciva, busca cualquier pretexto para llevarme a solas y por suerte del destino, finalmente no sucede, nadie me lo creería, se que dirían que ha sido mi culpa y que yo soy una provocadora, él sabe que le temo y creo que eso a él lo excita, tengo miedo de perder lo que tanto me ha costado y a veces pienso que sería mucho más sencillo regalarle lo que tanto he cuidado y por fin acabar con esta pesadilla… ni una más.

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